El último reportaje
de Rodolfo Rincón Taracena
Fragmentos del interrogatorio
asentado en la causa penal 135/2008-VII:
PRIMERA PREGUNTA: Que diga el
probable responsable si conoce la “Quinta El Bambú”
RESPUESTA: Que sí, ya que allí
fue donde se nos entrenó en el manejo de armas a un grupo de 25 personas, y que
este lugar está ubicado en la carretera Río Viejo-La Guayra. Nuestros
instructores fueron “El Nippon”, “El Dorigan” y “El Toro”.
El informe había sido
“filtrado” por un policía estatal pero no era sino la puesta en página de algo
que todos los habitantes del bajo mundo conocían de sobra: la ubicación exacta
de los principales puntos de venta de drogas duras en Villahermosa. El
reportaje que contenía estos datos anduvo perdido en los meandros de la
Redacción de Tabasco HOY durante al menos una semana. Su publicación siempre se
posponía por alguna circunstancia o accidente de último momento que, sin
proponérselo, le alargaba la vida al periodista. Falta de espacio o sucesos de
mayor relevancia atajaron la publicación.
Hasta que una mañana, el artículo apareció relucientemente impreso a
tres planas en la sección policiaca del diario, acompañado de un mapa que
señalaba la ubicación exacta de las famosas “narcotienditas”, las cuales eran
fervientemente custodiadas por los
miembros de la estaca de Zetas más sangrienta del sureste, mencionados en una
montaña de averiguaciones previas y causas penales: Miguel Ángel Payro Morales,
alias “El Pelucas”; Manuel Pereyra González, alias “El Milimétrico”, y Joel
Akal Sosa, alias “El Licenciado” o “El chelo Akal”, quienes protegían y
administraban los intereses del cártel en Tabasco. Otros miembros eran Arturo
Gutiérrez Jiménez, alias “El Soldado”; Miguel Ángel Cabrera Centeno; Paulina
Durán Garduza; Héctor González Peñate; Oscar Enrique Dzibus; Juan Carlos
Jiménez Avalos; Emiliano García Cruz, alias “El Chelo”; Pedro Marín Damián;
Samuel Pascual Sánchez; José Zacarías Hernández; Arturo Gutiérrez Jiménez.
El reportaje hizo enfurecer a
los jefes de la droga en la plaza. Los Halcones recibieron airadas quejas de
sus vendedores, a quienes no se les paró “ni una mosca” durante días, asediados
por algunos policías corruptos que lejos de tener la intención de llevárselos
presos por vender drogas, buscaban “canastearlos”, es decir, extorsionarlos,
aprovechando que su aparente anonimato había sido vulnerado.
Por aquellos días hubo otro
hecho que puso al periodista en la mira de sus verdugos: el robo de un cajero
automático que fue arrancado de cuajo por el rumbo de avenida Universidad. Días
después, ese cajero convertido en chatarra, fue encontrado junto a los despojos
de otras cajas blindadas, abiertas como latas de atún, en el interior de una
casa de seguridad abandonada la colonia Atasta. La flaca y enjuta figura de
Rincón Taracena aparece en la fotografía publicada por el diario. Podría
decirse que es un autorretrato póstumo, debido a que, mientras hacía las
improntas en el lugar, involuntariamente, Rincón salió reflejado en uno de los
espejos de la casa, en medio de dos policías armados y usando pasamontañas
negros, cascos y chalecos blindados.
SEGUNDA PREGUNTA: ¿Que diga el
probable responsable si sabe a cuantas personas ejecutaron o asesinaron en la
Quinta El Bambú?
RESPUESTA: Que ejecutaron a
cinco personas, dándoles un tiro en la cabeza.
Sentado frente a la
vieja computadora, Rodolfo Rincón Taracena escribe.
Según sus colaboradores
cercanos, el periodista, alto y un tanto desgarbado, bonachón, de 54 años de
edad, era muy afecto a iniciar sus crónicas policiacas con el golpe efectista
de las onomatopeyas. Una persecución con sirena abierta: ¡uuuuuuuuuuuuuuuu! Una
balacera: ¡Ratatatatatatatata! Un grito ahogado rasgando la noche:
¡Aghhhhhhhhhhhh! Esto lo cuentan los reporteros de la fuente policiaca para recordarlo
mientras avanzan a pie sobre la avenida Paseo Tabasco, la calurosa tarde del
martes 30 de enero del 2007. La concentración fue realizada frente a la
explanada de la Procuraduría de Justicia del Estado de Tabasco (PGJE). Luego,
el contingente se dirigió a la Plaza de Armas, frente al Palacio de Gobierno.
Están allí sosteniendo las mantas los reporteros de la sección urbana y de nota
roja de Tabasco HOY, los miembros de la Unión de Corresponsales de Los Ríos, de
La Chontalpa y los reporteros de todos los medios escritos del estado, grandes
y chicos, a favor del régimen o independientes. Además, están presentes los
familiares del reportero desaparecido. Los “orejas” del gobierno aprovechan
para tomar fotografías de los congregados, para el “informe”. Allí, luego de
media hora de estar plantados frente al edificio sede del Ejecutivo estatal, el
gobernador Andrés Granier accede a recibir a los tundemáquinas. Dentro del
salón de ex gobernadores los esperan el secretario de gobierno, Humberto Mayans
Canabal y el Procurador del estado, Gustavo Rosario Torres. Los comunicadores entran en tropel al
recinto. Cuando sale el gobernador, el coordinador de información policiaca de
Tabasco HOY, Roberto Cutláhuac, acompañado del Jefe de Redacción del diario,
Ángel Vega, leen en voz alta un posicionamiento que contiene las consabidas
exigencias de justicia para el gremio. Apenas concluye la exposición, las
autoridades inician su monólogo de siempre. Todo se convierte en un circo, en
una simulación. Al final, con excepción de unos cuantos periodistas que tienen
la dignidad bien puesta, en donde debe estar, la mayoría de los reporteros
gobiernistas aplauden como focas a las autoridades que les han abierto las
puertas del Palacio para prometerles el trillado “caiga quien caiga”, “no nos
detendremos ante nada”, “se hará justicia”. Estas líneas se escriben tres años
después de la desaparición de Rodolfo Rincón y las autoridades estatales
encargadas de la procuración de justicia ni siquiera se han tomado la molestia
de informar sobre los resultados de las investigaciones, ni de revelar los
exámenes de ADN que se practicaron a los restos humanos hallados en la Quinta
El Bambú, y que fueron “trasladados a un laboratorio en Chiapas para su
identificación”.
ULTIMA PREGUNTA: ¿Que diga el
probable responsable si puede identificar a las personas que menciona en la
respuesta a la pregunta anterior?
RESPUESTA: Que no conocía a
los ejecutados, pero eran tres mujeres y dos hombres, los cuales fueron traídos
de Cárdenas y Huimanguillo, que entre los muertos se encontraba una persona de
edad avanzada como de sesenta años de edad, alto, flaco, tez morena, el cual
era periodista, pero no sé de qué periódico, del cual en este momento se me
muestra la foto, y que lo reconozco como una de las personas que llevaron para
ejecutar y que ahora sé que se llama Rodolfo Rincón Taracena. Lo reconozco por
su particular bigote. Los que se encargaron de darles piso fueron El Nippon, El
Dorigan y El Toro. Ignoro el motivo por el cual los mataron. Lo que sí sé es
que los cocinaron en tanques metálicos, en tambos a los que les echaban diesel
para luego prenderles fuego. Ardían durante horas y a veces días. Luego
recogían las cenizas o lo que quedaba de ellos. A algunos los enterraron, a
otros los echaron al río que pasa por atrás de la quinta.
El reportaje se publicó en las
páginas 33, 34 y 35 del periódico Tabasco HOY, el sábado 20 de enero de 2007,
el mismo día de la desaparición de Rodolfo Rincón. Las tres páginas que le
costaron la vida no contenían nombres de narco distribuidores, pero sí
ubicaciones exactas de los puntos de venta de la droga: estimaba que en Tabasco
operan alrededor de 500 “tiraderos”. Precisaba sobre la existencia de ocho
“tienditas” en el fraccionamiento La Selva, seis en Bosques de Saloya, una en
Atasta y tres en Tamulté. 16 puntos de venta más estaban localizados sobre un
mapa en las rancherías Lázaro Cárdenas, Anacleto Canabal, Playas del Rosario,
Río Viejo, Río Tinto, Buenavista, Luis Gil Pérez y Corregidora. También
relataba cómo operan los vendedores de drogas, así como sus jerarquías al
interior de la organización, agregando que el número de mujeres que trabajan
para el crimen organizado está en aumento. Los titulares, por demás
desafiantes, tienen un triste resabio a epitafio, pero no por ello son menos
periodísticos: “Extienden redes narcotiendas”, y “Retan mininarcos a la
PGR”.
Al medio día de aquel sábado,
la esposa del periodista, Rosalinda Pedrero, recibe por celular una llamada de
su marido, quien le explica que va a permanecer en la Redacción del diario
hasta entrada la noche. Durante la tarde, Rincón escribe en su computadora una
nota sobre los robos de cajeros automáticos ocurridos el 7 de enero, en Avenida
Universidad, que luego aparecieron desmantelados en una casa de seguridad. Los
describe como “Robos de alta escuela”. Permanece aporreando el teclado hasta
que recibe una llamada telefónica. Durante las posteriores investigaciones de
la policía, en las que fueron citados a declarar algunos de sus compañeros de
trabajo, trasciende que el comportamiento del periodista aquel día fue
“inusual”. Apenas entregó la nota de los cajeros a su editor, argumentó que iba
a salir a “echarse unos tacos”. Eran las ocho de la noche. Rodolfo Rincón
Taracena abandonó las instalaciones del diario, pero no se llevó sus objetos
personales. Tampoco su cámara ni su grabadora. Nadie jamás lo volvió a ver.
ANEXO
José Zacarías Hernández, miembro de una célula del grupo delictivo los
Zetas perteneciente al cártel del Golfo y preso en el penal de máxima seguridad
del Altiplano, menciona en el curso de la causa penal 53/2007-IV que durante su
estancia en una casa de seguridad de la colonia Tierra Colorada, en
Villahermosa, “estaba con el grupo del Apache, el Shakira y el Nico, quienes
contaron que habían matado a un periodista de apellido Rincón, por órdenes de
Payro Morales, un señor ya grande de edad, porque sacaba notas de crímenes y de
los tiraderos de droga de las que estaba encargado Payro, dando direcciones y
nombres, lo cual le molestó mucho, ya que le daba 2 mil pesos quincenales para
que no sacara nada. Dicen que lo trozaron en cachos, lo metieron en un tanque
con gasolina y lo quemaron en una Quinta cuya ubicación desconozco...”
Hasta la fecha, la averiguación AMI/AMPERC/90/2007 que integra la
Procuraduría General de Justicia del Estado de Tabasco (PGJE) y el acta
circunstanciada A.C. PGR/TAB/VHSA-IV/10/2007 que compila la delegación de la
Procuraduría General de la República (PGR) en Tabasco permanecen archivadas, y el caso de la desaparición del
periodista Rodolfo Rincón Taracena, como el de tantos otros comunicadores de
todo el país, sigue en la más completa impunidad.
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